VII. DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES
Este Essay ha recorrido los distintos fenómenos que, a modo de caras de un prisma, señalan una dimensión, una realidad no material a la cual accedemos tras nuestro paso por la vida humana. Para nuestro grupo de investigación estos fenómenos presentan actualmente las mejores evidencias de que hay vida después de la vida física.
La luz contenida en la enseñanza de Albert Einstein aporta claridad a este trabajo, donde se comprueba, una vez más, que la energía y la materia son la misma sustancia, diferenciada únicamente por su velocidad de vibración. Para nosotros esto equivale a decir que materia y energía viven en una “danza” continua de transformación, donde la energía se incorpora a la materia, y la materia vuelve a liberarse en forma de energía. Esta interfaz multifacética crea el amplio espectro del mundo que conocemos, y también del mundo que no conocemos porque nuestros sentidos y mentalidad no están preparados para ello, lo que no significa que no exista.
Resulta bastante complicado mantener el equilibrio teniendo un pie en el mundo de lo racional y otro en el mundo de lo intangible. Sin embargo, hay personas que son capaces de encontrar una fórmula que les permite hacerlo. Creemos que ese es el caso de los autores de este trabajo que, siendo conscientes de que la verdadera naturaleza del ser humano se asemeja a la inmensidad del océano, han soltado amarras para adentrarse en aguas desconocidas, poder recorrer nuevos territorios y abrirse a una inmensidad sin límites.
Este trabajo está avalado por la experiencia, el estudio y el permanente contraste de lo intuido con la realidad. Una realidad que se vislumbra a través de todas las evidencias disponibles, y que nuestro equipo de investigación ha podido comprobar a lo largo de todo su dilatado trabajo. Una realidad que supone para nosotros confirmar la supervivencia de la Conciencia tras la muerte del cuerpo físico.
Hemos analizado lo que diversos autores han estudiado sobre muchos fenómenos psíquicos con metodología científica, hasta lo que ésta ha podido llegar. Igualmente hemos explorado estos fenómenos con metodología cualitativa, experiencial, participativa, siendo nosotros mismos testigos en primera persona de varios de estos fenómenos, inexplicables mediante la ciencia tradicional materialista.
El escenario al que vamos tras la desconexión del cuerpo físico no pertenece al mundo material-físico. Es por ello que los intentos de encontrar evidencias sobre esa dimensión no material mediante metodología basada únicamente en las leyes de la física positivista, clásica, no puede ir más allá de encontrar ciertos correlatos neurológicos en el cerebro de las personas que experimentan una aproximación a esa realidad no física de nuestra existencia, mediante los fenómenos que aquí hemos presentado.
El proceso evolutivo de la humanidad ha progresado lo suficiente como para dejar atrás el modelo de pensamiento monista en el que la Conciencia emerge de la materia, para pasar a un modelo holístico en el que la Conciencia subyace a la mente, dando origen a la mente la cual genera, y donde la Conciencia no es ningún producto final, porque la Conciencia ya existía antes. Comenzamos a estudiar el mundo en su conexión con todo, en lugar de en partes separadas, como nos demuestra la física y la biología reciente, comprobando que es imposible separar el experimentador de su experimento, del mismo modo que es imposible separar el individuo de su conjunto.
La Ciencia tradicional sólo ha investigado en el aspecto físico sin tener en cuenta que éste es sólo el último eslabón de una cadena que tiene en el otro extremo un nivel vibratorio y energético muchísimo más elevado, y al que cuesta encontrarle un nombre.
Los avances tecnológicos se suceden tan deprisa que casi no nos ha dado tiempo a asimilarlos. La idea de que el ser humano es algo más que un cuerpo físico, se está abriendo paso entre los círculos científicos más progresistas, donde se ve que nuestro cuerpo físico forma parte de una entidad mayor dentro de un equilibrio dinámico.
Este camino prometedor hacia la nueva ciencia nos va mostrando nuevas respuestas a esas viejas preguntas sobre nosotros mismos, mostrando de igual manera, nuevas respuestas sobre los fenómenos psíquicos que nuestro equipo está investigando, y donde es fundamental introducir nuevas herramientas de exploración interna y subjetiva para acercar las dos “orillas” que separan el mundo físico y el mundo sutil, no material. De esa manera poder lograr que nuestro cuerpo físico sea uno con las experiencias ampliadas, más holísticas y espontáneas de nuestro ser, teniendo en cuenta todo lo que el ser humano es, obteniendo de ese modo una experiencia más amplia, un conocimiento mayor e ilimitado, una Conciencia expandida con capacidad de desarrollo cada vez mayor y de forma progresiva.
Lo único posible pues para este “acercamiento” y comprensión de la otra “orilla” es aquel recurso que comparte la naturaleza de esa dimensión no-física de la que venimos y a la que vamos, tras el tránsito terrenal y que se manifiesta en nuestra experiencia de vida física. Y ese recurso es, sin lugar a duda, la Conciencia.
Todos tenemos esta Conciencia, pero se puede experimentar y operar con ella según la posición que se quiera adoptar. Como dijo Nisargadatta en una entrevista publicada en 1973 [54]:
“Compare usted la conciencia y su contenido con una nube. Usted está dentro de la nube, mientras que yo la miro. Está usted perdido en ella, casi incapaz de ver la punta de sus dedos, mientras que yo veo la nube y otras muchas nubes y también el cielo azul, el sol, la luna y las estrellas. La realidad es la misma y una para nosotros dos, pero para usted es una prisión y para mí un hogar”.
Así pues, para adentrarse y avanzar en el conocimiento de nuestra verdadera esencia, más allá de la materia de nuestro cuerpo físico, es importante utilizar la Conciencia para verse a sí misma. Martínez-Lozano [55] lo expresa con estas palabras:
“…no soy la mente que habla, sino la Presencia consciente que la escucha hablar. Lo que pude comprender es que nuestra identidad es transpersonal. Nos reducimos a la persona (o “yo”) cuando ponemos nuestra identidad en los pensamientos. Pero basta salir de ese reduccionismo para que se desvele lo que realmente somos” [55, p. 17].
La filosofía, la religión y, más recientemente la ciencia se han dedicado tradicionalmente a los fenómenos que hemos presentado en este Essay. Todos ellos indicadores de que nuestra existencia material no es nuestra verdadera esencia. Y todos estos campos de conocimiento han utilizado sus propios paradigmas reduccionistas, surgidos y deudores de la época en que fueron elaborados, a modo de “mapa” para orientarse en asuntos que le son inalcanzables.
Los postulados sobre la verdadera existencia, basados únicamente en el materialismo y el cientifismo, son peligrosamente reductores ¿En nombre de qué se puede sostener que no existe sino lo que puede ser comprobado “científicamente”? ¿Quién decide los límites de lo real? ¿Qué fundamento tiene la afirmación de que la razón es el modo supremo de conocimiento? ¿Dónde se apoya la arrogancia de que fuera de la ciencia no hay verdad?
No es que rechacemos la Ciencia, sino únicamente sus pretensiones absolutistas, especialmente en todo aquello que no tiene, al menos de momento, recursos para abordarlo. La ciencia es una herramienta extraordinaria para operar en el mundo de los objetos y de lo material. Grandes pensadores como Nietzsche, Marx o Freud aportaron a nuestra cultura occidental que las cosas no son lo que parecen ser, y que haremos bien en someter a crítica todo tipo de creencia absoluta. Y eso mismo vale también para la ciencia. Para nosotros la ciencia presta un mejor servicio si la consideramos como en evolución constante, acumulando conocimiento, descubriendo otras verdades. Y que cuando no pueda demostrar empíricamente algunos fenómenos, los recoja y valore como evidencias no descartables a las que debe encontrar otros paradigmas que los expliquen.
La trampa del cientifismo es que ha olvidado que existe otro modo de conocer superior a la razón. El paradigma racional: mental, dual, cartesiano, funciona muy bien en el mundo de lo material, pero es incapaz de ir más allá. Como señala Martínez-Lozano [56] en su blog personal, cuando la “ciencia reduce la vida a observaciones racionales, empobrece y no capta su verdadera esencia”.
Pero los paradigmas son moldes que se originan en un momento del desarrollo del pensamiento humano, son un “mapa” para tratar de acotar el “territorio” que escapa a la mente. Cuando el paradigma no da explicaciones de realidades contundentes como son los fenómenos analizados en este Essay, y su expresión de una continuidad de la vida, la búsqueda y adopción de otro paradigma más ajustado, que dé razón de la realidad que se conoce, es una necesidad. Una necesidad de apertura a nuevas formas, nuevos referentes que permitan integrar la complejidad de la existencia, como las caras de un prisma, ya que desde la experiencia humana aún no podemos contemplarla en su totalidad.
Existe pues otro modo, otra forma de acceder a la realidad del ser y su magnitud, que nos pone directamente en contacto con esa realidad, y que se escapa a la razón y a la ciencia clásica. Resulta profundamente revelador e incluso esperanzador el hecho de que, dentro de la misma ciencia, como hemos visto en muchos de los científicos analizados en este Essay, se ha producido un cuestionamiento radical de los postulados materialistas, y se han empezado a incluir hipótesis y conceptualizaciones procedentes de nuevos paradigmas, como el cuántico.
A pesar de que las implicaciones de estos nuevos resultados no se han plasmado todavía en el imaginario cultural colectivo, la física cuántica ha revolucionado los presupuestos sobre los que se asienta la ciencia clásica y, en definitiva, todo el conocimiento de nuestro mundo físico. En sus escasos años de vida, el nuevo enfoque ha supuesto un cambio radical, de consecuencias enriquecedoras y prometedoras.
Efectivamente, como ya decían algunos filósofos como los que hemos nombrado más arriba, los descubrimientos de la ciencia cuántica señalan que las cosas no son lo que parecían.
En el trabajo de Blasco [11, p. 135-161] se analizan 21 científicos que en las últimas décadas han hecho aportaciones valiosas para este cambio de paradigma progresivo en distintos campos. Algunas de estas aportaciones han dado pie a importantes avances en el estudio de los fenómenos psíquicos que hemos tratado en este Essay. Mencionamos algunos de estos científicos: Albert Einstein que con sus investigaciones sobre energía, espacio y tiempo permitieron nuevas formulaciones y concepción de la materia; Wolfgang Pauli quien desarrolló la Teoría de la Sincronicidad resultando el respaldo científico para la percepción extrasensorial; Brian D. Josephson, jefe del proyecto sobre Teoría de la Materia Condensada y pionero en estudiar los vínculos entre la física cuántica y los fenómenos psíquicos, en especial la telepatía y la percepción extrasensorial; Fred A. Worlf investigador en física cuántica y la relación entre física y conciencia; Claude Swanson investigador de la Teoría del Todo y de la conciencia humana desde paradigmas de la física cuántica; Karl H. Pribram quien desarrolló la Teoría Holográfica del cerebro basándose en las reglas de la mecánica cuántica; también David Bohm contribuyó a la creación de un modelo del cerebro holográfico basándose en los principio de la física cuántica y las características de patrones de onda, permitiendo considerar la no localización de la memoria; Robert Lanza que formula la Teoría del Biocentrismo en la que se considera que la vida y la conciencia son fundamentales para comprender el universo físico; Michio Kaku cocreador de la Teoría de Cuerdas que permite considerar universos paralelos, distorsiones de tiempo y dimensiones de realidad; Thomas W. Campbell quien en su famoso libro de 2003 My Big Toe unifica la mecánica cuántica, la relatividad, la metafísica y la conciencia para explicar la realidad humana; y Hameroff Stuart junto con Roger Penrose que trabajan en una teoría cuántica de la conciencia: el alma está contenida en estructuras de microtúbulos en las células cerebrales. Estos microtúbulos son canales para la transferencia de información cuántica responsables de la conciencia. Para ellos, la información no desaparece, por lo que tampoco lo hace la conciencia-alma.
Las aportaciones de estos y otros muchos científicos que se han adentrado en un nuevo paradigma suponen una oportunidad para avanzar en la comprensión de nuestra realidad no material e inmortal, y que se incorpore este conocimiento en la comunidad científica global.
Para aquellos que, como nosotros, queremos adoptar una amplitud de miras y acoger los nuevos enfoques, que trastocan los presupuestos clásicos de lo que es la vida, podemos recurrir a un símil que refleja de forma aparentemente simple la visión trascendental de la vida humana. Imaginemos un iceberg. Una inmensa mole luminosa, aparentemente sola y separada de todo. Pero todo, también ella, es Agua. Su parte visible, su infinita parte sumergida envuelta de mar, el océano entero. Incluso cuando se evapora también es Agua que no vemos, y se eleva y condensa en forma de nube. Todo es Agua que se manifiesta en formas diferentes. Esta imagen puede representar lo que verdaderamente somos. Como el iceberg, así nosotros tenemos una pequeña parte consciente, y otra extensa zona sumergida e inconsciente, que poco a poco se puede ir descubriendo con esfuerzo y método. Nos creemos separados, aislados unos de otros, confrontados, siendo frecuentemente causa de conflicto y sufrimiento. Pero la realidad es que estamos envueltos, entretejidos, hechos de “Agua”. Por eso, cuando trascendemos el pensamiento se nos muestra la no-dualidad de nuestra existencia, de nuestra verdadera Esencia.
Nuestra auténtica Esencia es compleja e inalcanzable para la mente racional, porque no se rige por las leyes racionales. Desde nuestra realidad humana y mental, se nos muestra como un poliedro con múltiples caras: los fenómenos que hemos presentado en este trabajo. Pero es una ilusión. Todos los fenómenos psíquicos hacen referencia a una misma realidad. Gaona-Cartolano explica esta segmentación de la realidad recurriendo a una explicación que propuso el físico Paul Davies en 1990:
“…si un grupo de científicos tuviera que analizar un cartel luminoso de neón (de esos que suelen tener los clubs), seguramente lo dividiría en partes: transformador, cables, gas neón, soporte metálico, etc. Sin embargo, este análisis reduccionista y materialista del objeto estudiado olvidaría el significado del propio anuncio, la información que transmite, algo que no es material. El sentido del anuncio de neón no es que cada parte ejecute su cometido, sino que de un significado” [7, p. 74].
Desde nuestra vida humana, el “puzzle” de evidencias de una realidad más allá de la vida física es inevitable ya que depende de los recursos y/o experiencias que utilizamos para aproximarnos a esa realidad inmensa. Las evidencias señalan que:
1) Algunas personas que “casi” se mueren, experimentan cómo se entra o accede a una dimensión de “continuidad” de su existencia, aunque no la lleguen a culminar. Además, aquellas personas que están en el tránsito de muerte relatan a los que les rodean lo que les acontece en el comienzo de esa nueva fase de su existencia, señalando una continuidad en otra dimensión de la realidad.
2) Algunas personas recuerdan sus vidas pasadas de forman natural (sobre todo niños), o mediante hipnosis o protocolos de regresión o de expansión de conciencia; es decir, cuando se desprenden del cuerpo físico quedan con su “esencia” de existencia eterna. Otras incluso, tienen señales claras de ser la reencarnación de otras personas conocidas y fallecidas, generalmente de forma dramática. Sin embargo, para nuestra Conciencia inmortal el tiempo no existe, siendo únicamente un concepto asociado a la experiencia del cuerpo físico, que es quien experimenta estos fenómenos de “otras” vidas. En realidad, no se trata de vidas pasadas, ni vidas sucesivas, ni de vidas futuras, sino de una sola vida, una sola Conciencia, un alma que experimenta el plano atemporal y por momentos lo hace en el cuerpo físico.
3) Otras personas tienen desarrolladas y entrenadas capacidades de conexión y comunicación con planos de existencia atemporal y con energías no materiales, espirituales.
4) Por último, a través de la actual tecnología auditiva y visual conectada energéticamente de forma adecuada, es posible la comunicación con energías espirituales que han estado en la tierra, personas que han vivido, y son detectadas y convocadas para que se manifiesten, produciéndose grabaciones y evidencias ante testigos externos a estos fenómenos.
Nuestras investigaciones son variadas, y hemos tenido en cuenta las investigaciones ya conocidas. Además, hemos incorporado la metodología participativa dónde se requiere que el investigador sea a la vez tanto el científico como el objeto de estudio, obteniendo unos resultados realmente enriquecedores y prometedores para la ciencia.
Numerosas investigaciones y experiencias de este equipo de investigación han podido apreciar cómo en el momento del fallecimiento se produce el desprendimiento o la desconexión del cuerpo físico del resto de cuerpos sutiles. ¿No podría ser posible que cuando se completa el proceso de desprendimiento o desconexión del cuerpo energético, que ha servido como plantilla al cuerpo físico, sea cuando ocurre la muerte clínica?
Quizá es el momento de aceptar que todo organismo en vías de formación está destinado a seguir una plantilla de crecimiento preestablecida, la cual es generada por el campo electromagnético individual de tal organismo. Igual es momento de aceptar este hecho, en lugar de hacerlo sobre el entramado celular actual. Quizá es el momento de ver que todo lo que existe en el mundo material tiene una plantilla energética, incluido nuestro cuerpo. Plantilla humana que se crea antes del nacimiento, y conserva un diseño original perfecto, junto a instrucciones e información sobre nuestra vida. Accedemos a esta plantilla a través de la Conciencia. Es la que da vida al cuerpo físico. Accedemos a esa información a través de expandir la Conciencia.
Puede ser que el campo energético humano suministre una estructura matricial de energía sobre la que se desarrollan las células, lo que demostraría que el campo de energía existe antes que el cuerpo físico, y ese hecho confirmaría que la Conciencia sobrevive al cuerpo físico.
¿No podría ser que este entramado energético sea el que facilite la salida de los cuerpos sutiles del cuerpo físico, haciendo que la Conciencia se deslice por cada uno de ellos, obteniendo como resultado toda esta riqueza de experiencias y fenómenos, con la finalidad de expandir nuestra conciencia y acceder así a un mayor conocimiento y comprensión?
El puzzle de fenómenos que evidencian la continuidad de la existencia resulta llamativo. Junto con el nuevo paradigma de la física que permite los conceptos de no-localidad y atemporalidad, las evidencias de la supervivencia de la Conciencia tras la muerte presentan para nosotros estas Ideas Fuerza:
1. Los fenómenos que señalan la continuidad de la existencia de la Conciencia se presentan en distintas épocas, condiciones personales, sociales y culturales.
2. Los fenómenos psíquicos son variados y todos ellos señalan un escenario en donde la materia y el tiempo no existen.
3. La experiencia personal de estos fenómenos suele generar efectos positivos a nivel individual y, en ocasiones, también en los familiares: cambios en su vida, ausencia de miedo a la muerte, mejoras en las relaciones, etc.
4. Diversos científicos, de distintos campos y en distintas épocas se han ocupado de estos temas, algunos inicialmente con actitud escéptica.
5. Desde la misma ciencia se ha detectado insuficiencia de los paradigmas científicos clásicos para explicar los fenómenos que señalan una continuidad de la vida, y muchos científicos han investigado y propuesto nuevos paradigmas y métodos para entender esta realidad que aflora a través de los fenómenos paranormales o psíquicos.
Debemos seguir atentos a la exploración de la continuidad de la vida tras la muerte, con todos los recursos posibles, pero siempre con método y rigor. Queremos destacar la oportunidad que representa la Metafísica, la cual supone actualmente un enfoque importante para aportar, acompañar y apoyar los avances que se van haciendo otros campos del conocimiento sobre la realidad humana.
Tras nuestro estudio, no podemos decantarnos sobre cuál de todos los fenómenos expuestos en este Essay es el que mayor evidencia aporta sobre la continuidad de la Conciencia tras la muerte física, ya que entendemos que todos y cada uno de esos fenómenos lo evidencian. Cada uno desde una perspectiva propia. Para nuestro equipo lo importante es contemplarlos en su conjunto como “ventanas” que están en distinto ángulo pero que miran el mismo “escenario”.
La mejor forma de alcanzar evidencia sobre la supervivencia de la vida, de nuestra Conciencia después de la muerte física permanente, es estar abiertos a todos los avances que desde la ciencia y sus nuevos paradigmas se van alcanzando, conocerlos, analizarlos y, junto a ello, experimentar por uno mismo lo que es la Esencia de nuestro ser fuera del cuerpo físico, acompañado de personas conocedoras y experimentadas en la expansión de Conciencia. Conocer, entrenar y expandir estas capacidades para confirmar la existencia de la energía que sobrepasa el cuerpo físico, quedándose transformada en la Esencia del ser superior, en lo que se denomina y se conoce como Alma, demostrando con esto que la muerte no existe, solo se aplica al cuerpo físico, y que la experiencia de la vida continua.
Así pues, actualmente una importante fuente de evidencia de esta continuidad de nuestra vida es a través de nuestra propia experiencia. Pertenece al mundo interior y, por tanto, es personal. Es una evidencia individual, que trastoca la propia vida en el momento que se experimenta, y que se puede compartir y contrastar con otras experiencias similares. De la misma manera que se pueden compartir las emociones y las ideas, aunque sean experimentadas por otro, así ocurre con la experiencia de la Conciencia eterna y no sometida a las leyes físicas. Tenemos un lugar común de comprensión y empatía cuando tenemos la experiencia individual. Aunque la evidencia se alcanza a nivel íntimo, ese lugar común para todos, como espacio de prueba o de primera aproximación, a modo de “ventana” son los sueños. No son imaginaciones, ni fantasías. No son fenómenos parapsíquicos. Forman parte de nuestra vida cotidiana y saludable. Pero los sueños son vida no-material con nuestro cuerpo sutil. Es nuestra vida, sin el cuerpo físico Los sueños tienen muchos de los ingredientes de nuestra verdadera Esencia, aquella que trasciende la vida física, o tal vez son una expresión de esa misma Esencia que se nos presenta cada día, sin percatarnos.
Esta es la manera que nuestro equipo describe y experimenta los fenómenos estudiados en este trabajo, sin olvidar que, debido a la interrelación existente, un evento del pasado puede encontrarse ampliamente entrelazado en el tejido de la estructura de nuestro mundo presente. Sabemos que nuestras acciones afectan no solo a quienes nos rodean, sino también a quienes están lejos porque esos efectos no están confinados espacial o temporalmente, no dependen del espacio ni del tiempo.
Tenemos que ser capaces de aplicar estas experiencias a la vida cotidiana de forma práctica, y con ello admitir que la Conciencia sobrevive a la muerte física, experimentar que la cortina que separa una realidad física de otra realidad no tan física es una cortina ilusoria que separa nuestro ser físico de nuestro ser espiritual. Ser que no muere en la muerte física, sólo se desconecta, sólo existe una separación de quien creemos ser, y si apartamos esa cortina, ese velo, la vida y la muerte es lo mismo. Todo es vida, todo es un continuo.
Esto no es una teoría, sino un hecho evolutivo de nuestra existencia. Para nuestro equipo de investigación, ha llegado el momento de avanzar más allá de los límites físicos que nos rodean. Este paso es la transición y la evolución lógica que experimentaremos en un futuro cercano.
Se debe profundizar en las causas de la razón de la existencia para hacerlas presentes en su continuidad, única manera de que la muerte y la vida sean percibidas como una sola cosa con diferentes formas de manifestación, confirmando así la continuidad y la supervivencia de la Conciencia como entidad más allá de la vida física, y, en definitiva, como parte de un “océano” inmenso del que sólo ahora se empieza a ser consciente, y en el que la muerte física se consideraría una expansión de la conciencia, una experiencia evolutiva y existencial.
Este es nuestro reto, así como el reto de la ciencia debe ser encontrar el camino que le lleve al descubrimiento de la causa y no sólo de los efectos, y para eso, debe soltar el ancla a la que se mantiene unido al mundo material y adentrarse en la inmensidad del “océano” de la Vida.
Hay dos maneras de difundir la Luz.
Ser la lámpara que la emite,
o el espejo que la refleja.
Lin Yutang
Escritor, 1895 - 1976