Los Mandatos son verdaderos decretos del Alma, que nos hacen actuar dentro de patrones o programas que repetimos una y otra vez.
Los mandatos inconscientes son directrices o mensajes internos que se instalan en nuestra mente a través de experiencias tempranas, generalmente durante la infancia, y que influyen en nuestra forma de actuar, pensar y sentir sin que seamos plenamente conscientes de ello. Estos mandatos suelen originarse en el entorno familiar, educativo y social, y muchas veces tienen su base en frases, actitudes o expectativas que los adultos transmiten, ya sea de forma explícita o implícita.
Ejemplos comunes de mandatos inconscientes:
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“No mereces.”
Mensaje implícito que genera sentimientos de insuficiencia o culpa al recibir algo bueno.
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“Tienes que ser perfecto.”
Puede venir de padres muy exigentes y lleva a un perfeccionismo extremo o miedo al fracaso.
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“No sientas.”
Aparece cuando las emociones del niño no son validadas, llevándolo a reprimir lo que siente.
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“No confíes.”
Puede surgir de experiencias de traición o inconsistencia, causando dificultades en las relaciones.
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“Sé fuerte.”
Surge de ambientes donde mostrar vulnerabilidad era visto como una debilidad.
¿Cómo actúan?
Estos mandatos pueden condicionar decisiones, relaciones y respuestas emocionales.
Aunque no siempre se manifiestan de forma consciente, afectan la manera en que enfrentamos la vida, ya sea limitándonos o empujándonos hacia ciertos comportamientos.
¿Cómo liberarse de ellos?
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Tomar conciencia. Identificar patrones recurrentes y reflexionar sobre posibles orígenes.
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Preguntarse si esos mandatos realmente son válidos o útiles en el presente.
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Reescribir creencias. Sustituirlos por mensajes más positivos y realistas.
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Terapia. Acudir a un profesional que pueda ayudar a explorar y trabajar estos condicionamientos.