MEDITACIÓN Y CEREBRO
Doctora María José Cardoso.
Profesora del Instituto Blasco.
Como médico y meditadora experimentada, hace mucho que estoy fascinada con lo que pasa en mi cerebro cuando medito.
Al estar familiarizada tanto con la práctica subjetiva en primera persona de la meditación, como con la práctica objetiva en tercera persona de la investigación científica, me pregunto, ¿qué pasaría si conecto estos dos modos de investigación?.
¿Podría obtener una imagen más detallada de cómo funciona este proceso en el cerebro aprovechando la experiencia de estos cambios cognitivos durante la meditación?
Nuestro cerebro alterna estados de concentración con estados de distracción, y tras un trabajo exhaustivo sobre cómo ha influido la práctica de la meditación en mi persona, he comprendido que cuando mi mente divaga y se distrae, entra en un estado “programado por defecto”, y con la práctica de la concentración meditativa, puedo traerla de vuelta de forma intencionada.
Este trabajo, indica que la práctica de la meditación entrena varios aspectos de la atención. El entrenamiento de la meditación no solo mejora la memoria, o la inteligencia fluida, sino también la concentración y la coherencia.
Este tipo de ejercicio mental repetido es como ir al gimnasio, solo que construyes tu cerebro en lugar de tus músculos. Y la distracción mental es como si añadieras un peso a la barra que sostienes, ya que necesitas un poco de “resistencia” para aumentar tu capacidad.
En concordancia de mi experiencia meditativa con un número creciente de estudios al respecto, puedo asegurar que, la práctica repetida de la meditación, tiene grandes beneficios en la actividad cerebral, percibiendo efectos importantes y relevantes a nivel de redes y áreas neuronales.
Este proceso de cambio que ocurre en el cerebro tras un proceso de aprendizaje, se llama neuroplasticidad, que es la capacidad cerebral de regeneración, recuperación, y reconexión, llegando a evidenciar que el entrenamiento diario aumenta la coherencia y la conectividad entre las regiones y redes neuronales.
Esto puede explicar cómo es más fácil “soltar” los pensamientos a medida que te vuelves más experimentado en la meditación y por lo tanto más capaz de concentrarte. Los pensamientos se vuelven menos “pegajosos” porque tu cerebro se reconecta para ser más hábil para reconocer y desengancharse de la distracción mental.
Por todo esto, la práctica de la meditación se puede convertir en un tratamiento cada vez más importante para los problemas de salud en general, y concretamente para la salud mental, como depresión, ansiedad, trastorno de estrés post traumático, etc. La clave, es aprender a estar consciente de estas tendencias mentales y usarlas con un propósito, más que dejar que tomen el control. La meditación puede resultar de mucha ayuda, al darnos la oportunidad para estar más conscientes de nuestra propia experiencia mental.
María José Cardoso.