LA VIDA DESPUÉS DE LA MUERTE
CAPÍTULO 1
Autor del artículo: Nacho Blasco, Tesis de su libro ”La Prueba del Alma”.
www.lapruebadelalma.com
EQUIPO DE INVESTIGACIÓN INSTITUTO BLASCO.
www.institutoblasco.com
La permanencia de la vida tras la muerte es una realidad indudable en base a experiencias propias, y a nuestra actividad constante de captación de investigaciones y avances recientes de la comunidad científica en este tema.
Nuestro Instituto Blasco para el Estudio de la Conciencia y The Spanish Society for Psychic Research, llevan trabajando en los últimos años sobre las distintas evidencias de la inmortalidad humana como seres conscientes.
Este equipo de investigación tiene la firme convicción de que existe la vida tras la muerte. Consideramos que ya hay suficientes evidencias para hacer un cambio en la sociedad, incluso un cambio de paradigma que permita incorporar en el pensamiento actual de forma natural la certeza de que la Conciencia continua tras la muerte física de cada persona, de la misma manera que sabemos que tras la caída del sol viene la luna, aunque a veces se nos presente oculta o tapada por nubes u otros fenómenos de los astros.
Tenemos la evidencia absoluta, por todo nuestro recorrido, que somos energía y como tal no aparecemos de la nada ni nos destruimos, sólo nos transformamos. Los humanos somos seres con distintas dimensiones formados por materia, pensamientos, sentimientos, conductas y espíritu. Formamos parte de un todo holístico que va más allá del mero cuerpo físico.
Según la frase atribuida a Albert Einstein, citado en Aramburu [1, p. 7]:
“El mundo que hemos creado, como resultado de nuestro pensamiento hasta hoy día, tiene problemas que no pueden resolverse si seguimos pensando de la forma como pensamos cuando lo creamos”.
Esta idea nos ha iluminado y guiado hacia a la identificación de evidencias por varios caminos, y no exclusivamente por los transitados por la ciencia positiva basada en el materialismo.
La permanencia de la Conciencia, su inmortalidad, es un tema que ha interesado a la humanidad desde tiempos muy remotos. Rituales ancestrales, la mayoría de las tradiciones religiosas, múltiples enfoques filosóficos, y diversos investigadores se han ocupado de lo que ocurre tras la muerte a lo largo de la historia, y en todos los lugares de nuestro planeta. El fenómeno de la muerte es universal, lo experimentamos todos los que pasamos por la vida, y el interés por lo que pasa tras la muerte, y el sentido del paso por esta vida son aspectos que todas las personas se plantean en algún momento de su existencia terrenal.
En las últimas décadas de la cultura occidental el tema de la muerte y lo que ocurre tras ella ha sido asunto de indagación desde distintos enfoques científicos. Y esto ha ocurrido precisamente, según la frase de Einstein mencionada más arriba, porque han aparecido en el escenario de las ciencias nuevas formas de pensar y de entender los procesos de los fenómenos que nos afectan.
Para seguir avanzando se hace necesario poner al día los paradigmas existentes y dejar espacio para la nueva información y su integración en una nueva forma de comprensión de los fenómenos. Esta actualización es fundamental en la era científica actual. Utilizar un método científico adaptado, que permite explorar lo desconocido con un mismo lenguaje, es primordial, y los nuevos descubrimientos deben comunicarse al mundo y hacer que se instalen en la mentalidad de la sociedad.
Los avances de la neurociencia en décadas recientes nos señalan que es el cerebro el órgano biológico implicado en la muerte física. Y ese cerebro es donde los investigadores ubican el soporte biológico para la mente y la conciencia, aquello esencial que nos hace operar en nuestra realidad objetiva y subjetiva con sentido. Aunque con frecuencia mente y conciencia se tratan de forma conjunta, hay quien considera la mente como portadora de las capacidades con las que opera el cerebro, tales como pensar, razonar, ordenar ideas, concebir cosas, establecer estrategias y un largo etcétera. Por su parte, la Conciencia sería el campo de acción en el que se mueve la mente, el testigo de la mente, de la experiencia. La Conciencia sería un universo complejo que se apoya en la materia, sustentada en el cerebro, pero que se amplia y expresa su potencial en planos que van más allá de éste. Muy recientemente se ha postulado que el funcionamiento de la Conciencia podría asemejarse al mecanismo cuántico, si bien como señala Philip Ball [2] las investigaciones están avanzando, pero aún no son concluyentes.
Para el cardiólogo Pim van Lommel [3] el concepto de conciencia podría asumirse similar a un retransmisor de ondas, una especie de televisión que repite ondas que llegan de otro sitio, y cuando el cerebro deje de funcionar, la conciencia sigue retransmitiendo. Por tanto, la verdadera naturaleza de la conciencia se extiende mucho más allá de los límites del cerebro físico. Y para ir más allá de sus condicionantes físicos se hacen necesarias formas coherentes y ampliadas de evaluar los nuevos descubrimientos científicos, con marcos de referencia que incluyan conceptos no tradicionales en la física y la ciencia médica: una nueva forma de entender el mundo.
Desde una perspectiva filosófica, la Conciencia es una propiedad del espíritu humano que permite un conocimiento reflexivo de nosotros mismo y del mundo exterior. Así que existen otros lenguajes que describen nuestro mundo, tales como la filosofía, la espiritualidad, la alquimia. Estos lenguajes no se basan en referentes científicos comprobados objetivamente, pero se pueden considerar como herramientas útiles, complementarias e integradoras para comprender la realidad en la que vivimos y que nos sustenta.
En nuestro grupo de investigación consideramos que la Conciencia es la identidad absoluta del verdadero YO, la esencia de lo que realmente somos. La Conciencia es necesariamente inmortal. Está en un continuo proceso de evolución, y desde esta continuidad va evolucionando hacia diferentes escenarios de aprendizaje, dentro y fuera de parámetros de tiempo y espacio. Es decir, la Conciencia es evolución constante que transcurre en planos atemporales, así como en el plano físico donde son propios el tiempo y el espacio.
Existen distintos fenómenos que experimentan muchas personas en diferentes épocas y zonas geográficas, que son indicios de esta continuidad, de una permanencia de la Conciencia tras la muerte del cerebro. En cada época y lugar se han tratado estas experiencias según el enfoque dominante del pensamiento “oficial” de la cultura e instituciones donde se producían. Actualmente contamos con posibilidades mayores que en otras épocas para aproximarnos a rescatar e interpretar los distintos tipos de evidencias que se han producido y siguen produciéndose, y que señalan esta inmortalidad de la Conciencia. Estos indicios y evidencias serán desarrollados en los apartados de este Essay.
En este trabajo entenderemos la muerte como el proceso en el que las funciones biológicas del cuerpo físico cesan, y el acúmulo de experiencias y “memorias” realizadas en la vida de la persona quedan recogidas o registradas en alguna forma de “software”, que sería la Conciencia de esa persona. La Conciencia pues es una forma de energía con información que pasa de albergarse en el soporte neuronal, a otro plano de existencia que la ciencia no ha llegado aún a delimitar, pero que parece plausible postular en base a principios de la física cuántica [4, p. 199] y la confluencia de tradiciones científicas procedentes de oriente y occidente.
Para la ciencia médica, una muerte clínica es cuando concurren el cese de estas tres funciones: la cardíaca, la respiración y la actividad cerebral; sin embargo, realmente ¿ha desaparecido la vida? Son numerosos los casos de personas dadas por muertas que no lo estaban, los casos de personas que han sobrevivido a la muerte física, y quizá el error está en entender la muerte como un punto fijo, y no como un proceso que puede prolongarse a lo largo del tiempo, y que la ciencia no está en condiciones de entender ni de juzgar.
Otro concepto importante para este trabajo es el referido a la evidencia. Existen diversas formas de acotar las pruebas de que algo que se postula es cierto. Para las ciencias puras o exactas existen métodos basados en la replicación de ensayos de laboratorio que muestren siempre los mismos resultados, y la conexión causa-efecto de hechos objetivos y tangibles o manipulables. Las ciencias que se ocupan de fenómenos intangibles y/o constructos no-materiales o mentales, como pueden ser la psicología, la sociología, o la antropología, entre otros, utilizan como método de análisis la observación sistemática de los fenómenos para asegurar al máximo la objetividad y coherencia. El método científico para estas materias debe reunir estos criterios:
1) Empírico, porque se basa en las observaciones.
2) Teórico, porque desarrolla hipótesis a partir de los datos observados.
3) Acumulativo porque se sustenta en el conocimiento de etapas anteriores.
4) Abierto porque puede ser cuestionado y revisado.
5) Crítico porque trata temas que afectan a todas las personas con distintos enfoques y tradiciones.
6) Neutro porque no juzga, sólo explica los hechos.
La búsqueda de evidencias de la permanencia de la Conciencia tras la muerte biológica puede servirse tanto del método científico de hechos tangibles, cuando se realiza mediante variables de tipo neurofisiológico, como del método fenomenológico de tipo cualitativo en base a la observación directa o participante, cuando se trata de las vivencias y experiencias individuales de los fenómenos que representan un indicador de la permanencia de la Conciencia tras la vida. En cualquiera de los casos, sólo se abarcará una parte de una realidad inmensa y, de momento inabarcable que es la Conciencia del ser.
Desde nuestro equipo de investigación asumimos un enfoque y metodología variada. Hemos tenido en cuenta las investigaciones científicas, y también hemos incorporado la investigación participativa donde se requiere que el investigador sea a la vez tanto el científico como el objeto de estudio, obteniendo unos resultados enriquecedores y prometedores. Coincidimos con el pensamiento de Ramacharaka cuando dice: